Hoy
me he encontrado esta entrada en la web al tercer día y
la verdad que es una buena reflexión para plantearnos
donde queremos
estar y porque debemos luchar y sobretodo que iglesia queremos
mostrar... Espero que os guste y a reflexionar.
Publicado
en 27 septiembre 2012 Leer
entrada completa
@pablitorf: Hace
dos semanas, en la segunda lectura del domingo, el apóstol Santiago
en su epístola hacía referencia a una oración
acompañada de acciones,
una oración que no se quedara sólo en palabras bonitas, si no que
sirviera para ayudar a los más necesitados. Por eso, decidí la
tarde del 25 de Septiembre unirme a la protesta “rodea el
Congreso”. No podía pedir por los parados y por las miles de
personas que lo están pasando mal ante esta crisis y no asistir a un
acto para pedir que las cosas cambien en este país. De modo que me
puse rumbo al Congreso.
Desembarco en la parada de Sol, que tanto
buenos recuerdos me trae tras participar en la acampada de Sol hace
más de un año. Nada más salir, puedo ver un gran despliegue
policial, evitando el paso hacia el lugar de representación y
diálogo de la “democracia”. Enseguida una gran cadena de
personas pasa a mi lado y me invitan a unirme a ellos, al grito de
“nos hacen falta más eslabones”. En ese momento me vinieron a la
cabeza dos ideas: una popular canción de misa titulada “Nueva
Civilización”, que tiene una frase que dice “una cadena más
fuerte, que el odio y que la muerte”, y una oración que siempre me
ha gustado que decía: “Jesús necesita nuestras manos, nuestros
ojos y nuestros pies para poder traer al mundo el Reino.” Sin
pensarlo, decido agarrarme de la mano de dos mujeres de unos 50 o 60
años y comienzo a rodear el congreso en un ambiente de fiesta para
pedir un cambio en esta sociedad.
Recorro
de
esta
forma las calles aledañas a Sol y al Congreso, entre risas, charlas,
discusiones, cantos y un halo de Esperanza que
espero no perder nunca. Esas dos señoras, profesoras pertenecientes
a la marea verde, cuando pasamos por el convento de las hermanas
Trinitarias Descalzas, me dieron una verdadera lección; en vez de
proferir a insultos o decir alguna cosa hiriente hacia los
cristianos, cosa que esperaba, porque no todo el mundo comparte
mi Fe,
dijeron que, si pudieran salir, seguro que se unirían, dado que
ellas también tienen mucho que decir en esto, al igual que todos los
cristianos. Así llegamos a la plaza de Neptuno, agarrados de la mano
y sin cometer ningún acto violento. De repente se oye como un
petardazo y veo que la policía que tengo justo enfrente de mi
empieza a correr porra en mano hacia nosotros y tengo que salir
corriendo hacia la Iglesia de Los Jerónimos. La gente huye
despavorida, no saben a donde ir dado que todo empieza a ser confuso,
y los ruidos de botellas, disparos de pelotas de goma y gritos vienen
de todas partes. Ahora puedo imaginarme que experimentaron los
primeros cristianos con las primeras persecuciones y que difícil fue
para ellos poder dar testimonio del Reino. ¿Qué pasaría con
aquellas dos señoras que me acompañaban? Espero que no les pasara
nada.

Ante
todo esto, ¿cuál es la actitud de la Iglesia? ¿Dónde estamos,
como Iglesia en estos tiempos difíciles? ¿La jerarquía que nos
representa podría hacer algún comentario ante la crisis y las
dificultades, más allá de las muchas y buenas acciones que realiza
Cáritas? A veces me siento un poco sólo, o encuentro alguna mala
mirada, cuando sólo intento posicionarme junto al que sufre en mi
día a día. Me gustaría sentir a una Iglesia (que la formamos
todos) más cercana al pueblo, que exija que se acabe con la
avaricia, que busque enseñar a los ricos y poderosos otra manera de
actuar, sin condenar, con Caridad.
En el fondo, pienso que la situación de ahora
es muy parecida a la que vivió Jesús, solo que a veces siento a una
Iglesia que se dedica a tomar la actitud de los Sumos Sacerdotes en
vez de unirse a los más necesitados. Y desde luego puedo afirmar que
me siento Iglesia, aunque tengo la sensación de que muchos no
compartirán mi idea de que Cristo era un “perroflauta” pero
muchos compartirán que tras la muerte y la oscuridad nos queda la
certeza de que Al Tercer Día resucitó.
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